En Chicago, la pandemia no ha ocasionado un éxodo de educadores

Este artículo, publicado originalmente en inglés por Chalkbeat Chicago, está disponible en español gracias al proyecto “Traduciendo las noticias de Chicago”, del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).

Por Mila Koumpilova

Para María Gándara, maestra de educación especial en Chicago, el año pasado fue más difícil que cualquier otro momento en su carrera.

Se esforzó para tener de manera virtual, la atención de sus alumnos de la escuela intermedia de la escuela Edwards, ubicada en un código postal del suroeste que ha sido duramente golpeado por la pandemia. Luego, cuando a finales del otoño pasado el distrito anunció que se preparaba para la reapertura de los edificios escolares, Gándara, quien padece asma, investigaba con ansias sobre el equipo de protección personal.

“Estaba muy preocupada”, reconoció Gándara. “Trataba de prepararme y estar lista”.

A pesar que la pandemia ha puesto sobre presión a educadores como Gándara, los maestros y el personal de las escuelas de Chicago se han mantenido en sus puestos. No obstante de las terribles predicciones a nivel nacional sobre un éxodo masivo de empleados escolares, el número de jubilaciones y renuncias en las Escuelas Públicas de Chicago (CPS, por sus siglas en inglés) no ha aumentado desde el año escolar 2018-2019.

Esto significa que el distrito está listo para mantener la tendencia anterior a la pandemia: en medio de una previsión financiera restablecida, su fuerza de trabajo ha aumentado y las deserciones anuales han disminuido rápidamente.

También a nivel nacional, los datos indican que en general, los empleados de las escuelas aún no han abandonado sus puestos en grandes números, lo que es una noticia tranquilizadora, ya que la movilización de educadores es sumamente perjudicial para las comunidades escolares y es costosa para los distritos.

Es probable que muchos empleados estaban reacios a renunciar o a retirarse en medio de la recesión económica y se quedaron en sus puestos, ya que algunos distritos retrasaron la reapertura; o sintieron que a pesar de los desafíos, su trabajo seguía siendo satisfactorio.

“No me creo eso de que la gente no está frustrada”, dijo Marguerite Roza en el Edunomics Lab de la Universidad de Georgetown. “No creo que no tengan miedo de regresar [a las aulas]. Es solo que a pesar de todo, es un trabajo que todavía vale la pena, incluso con todas las presiones de la pandemia”.

Los investigadores del laboratorio dicen que hay poca evidencia de un déficit de educadores a nivel nacional. La congelación generalizada de las contrataciones el año pasado podría derivar en una reserva de talento más seria de lo habitual. Esa sería una buena noticia para los superintendentes de los distritos fuera de Chicago, que han emitido avisos urgentes sobre la falta de personal en áreas críticas como son la educación especial y la educación bilingüe.

El año pasado, el estado tuvo un aumento en las jubilaciones de maestros y el sindicato de maestros más grande del estado ha sonado alarmas sobre la inminente escasez.

Un año difícil

Zachary Trail, maestro de preescolar en la Academia Primaria Daley, ubicada en el suroeste de Chicago, sintió un profundo  temor durante el período previo a la reapertura del distrito en enero. Su pareja está en un mayor riesgo de desarrollar complicaciones graves por el COVID-19; le preocupaba llevar la infección a casa en un momento en que los índices de coronavirus en la comunidad eran altos.

También le preocupaba cómo se vería su aula  —construida para tener contacto cercano entre estudiantes y para las actividades de aprendizaje práctico—  bajo las reglas del distanciamiento social. En lugar de tranquilizar a los estudiantes afectados, ¿tendría que pedirles a seis pies de distancia, que se calmaran?.

Solicitó permiso para trabajar desde casa, pero se le negó. Se enfermó durante la semana que se le pidió que se presentara a trabajar en persona; más adelante, durante esa misma semana, el distrito dejó de aprobar sus días de enfermedad. El lunes siguiente fue excluido de su aula virtual y se le retuvo su sueldo. 

En dos semanas, encontró un trabajo prometedor como parte del equipo de admisiones del Erikson Institute, escuela de posgrado de desarrollo infantil en la que estudió; decidió renunciar.

“La docencia es mi pasión”, dijo. “Pero se sentía demasiado herido y lleno de incertidumbre para esperar a que me despidieran”. 

Entre el inicio del año fiscal en julio y febrero, cerca de 880 empleados se jubilaron y aproximadamente 330 renunciaron a CPS, sistema que emplea a más de 38,600 educadores y personal educativo. Entre las renuncias o salidas, estaban las de más de 680 maestros. Eso va más o menos a la par con el mismo período del año anterior.

En enero a mediados del año escolar, el distrito tuvo un repunte, cuando comenzó a reabrir los edificios escolares a los estudiantes y educadores en medio de un enfrentamiento amargo con su sindicato de maestros. Casi 160 empleados se fueron, pero los funcionarios dijeron que el repunte de enero fue normal.

Antes de la reapertura de un acuerdo con el sindicato de maestros que permitió a los empleados que regresaron a los edificios escolares disfrutar de un permiso sin sueldo hasta que se vacunaran, el distrito tampoco tuvo un aumento de los permisos prolongados. Más recientemente, 645 empleados, entre ellos 425 maestros, han tomado permisos sin sueldos en virtud de esa disposición del acuerdo.

Los números parecen mínimos en comparación con los de los años pasados. En los últimos años tanto las renuncias como las jubilaciones en Chicago han disminuido ya que la fuerza laboral total del distrito aumentó casi un 10% en los tres años previos a la pandemia. En general, las salidas disminuyeron en un 35%. Las jubilaciones por sí solas se redujeron casi a la mitad.

El distrito atribuye esa mayor estabilidad a una perspectiva financiera más optimista e incluso, redobla sus esfuerzos para reclutar y retener talento.

“Contamos con una base financiera más sólida, hemos tenido un liderazgo constante con la directora (Janice) Jackson y no hemos tenido que tomar permisos u otras medidas de austeridad que sean severamente disruptivas”, dijo el distrito en un comunicado.

Roza señaló que las cifras de renuncias en Chicago son sorprendentemente mínimas, incluso en medio de la agitación de la pandemia. Destacó que Chicago no parece ser un caso atípico.

Roza reafirma la frustración y ansiedad que sienten los empleados de las escuelas. Una encuesta nacional realizada el verano pasado por el periódico USA Today, mostró que uno de cada cinco maestros dijo que probablemente no regresaría al aula si sus edificios escolares reabrían durante ese otoño. Pero Roza agregó que los datos disponibles hasta el momento, sugieren que la mayoría de los educadores no están actuando en base a esa frustración. Chad Aldeman, colega de Roza en el Edunomics Lab, por ejemplo, analizó los datos de jubilación de los empleados escolares de siete estados del país.

En general en esta muestra, las jubilaciones del 2020 disminuyeron alrededor de un 5% con respecto al año anterior. Solo uno de los estados, Alabama, experimentó un repunte.

“La narrativa general dice que han habido salidas masivas, que la gente está renunciando, que no va a aguantar”, agregó Roza. “Los datos están contando una historia completamente distinta. No estamos viviendo un éxodo de maestros”.

Illinois tuvo un aumento del 10% en las jubilaciones de educadores durante enero a octubre del año pasado —según los datos más recientes disponibles— durante el mismo período en 2019, según el Sistema de Jubilación de Maestros del estado. Dave Urbanek, portavoz del sistema, dijo que el personal anecdótico del sistema escuchó que el COVID-19 influyó en la decisión de muchos de estos empleados.

Algunos temían contraer el virus en el trabajo o criticaban los planes de reapertura de sus distritos. Una tendencia reveladora: mientras que los números se mantuvieron estables durante la alta temporada de jubilación de abril a junio, el sistema vio un aumento durante julio y agosto, cuando muchos distritos estaban anunciando sus planes de reapertura.

Al igual que Chicago, Illinois ha tenido una disminución constante en las jubilaciones de maestros desde mediados de la década de 2010. A pesar del repunte del año pasado, las cifras del 2020 se mantienen por debajo de las del mismo período en 2016, probablemente en parte debido a que una opción de jubilación anticipada venció ese año, así como la sanción financiera para cualquier educador que se jubile antes de los 60 años y tenga menos de 35 años de experiencia.

Permanecer en su sitio

Gándara, la maestra de educación especial de la primaria Edwards, dijo que todo el año pasado tenía esperanzas de que tanto ella como sus estudiantes superaran este tramo difícil. La prueba más grande la tuvo en diciembre, cuando el coronavirus enfermó a su familia. Fue hospitalizada dos veces y perdió todos los días de trabajo de enero, un nuevo revés en su intento de comprometer a sus estudiantes.

Pero el distrito le concedió un acuerdo para que trabajara desde casa, ya que aproximadamente la mitad de sus estudiantes regresaron al aula. Cuando regresó al trabajo, Gándara redobló sus esfuerzos para conectarse con sus estudiantes. Durante el último mes, finalmente vio una recuperación en la participación, el compromiso y el crecimiento académico.

Se siente reivindicada en su determinación de perseverar.

“No hay un cheque en otro lugar que sea suficiente para reemplazar esto”, aseguró. Sin duda, el año ha desafiado enormemente a los educadores. Pero Roza dice que la gran incertidumbre económica del momento, probablemente los ha hecho a ellos y los trabajadores en otras áreas, renuentes a dejar sus trabajos.

Los maestros que están a punto de jubilarse podrían tener preocupaciones de salud y seguridad más grandes acerca del trabajo en persona, pero esos educadores también podrían estar renuentes a poner en peligro sus beneficios de pensión.

Los funcionarios de CPS dicen que es importante esperar hasta el final del año fiscal para evaluar el panorama completo ya que las jubilaciones y renuncias son cíclicas. Pero a este punto, el distrito no parece estar listo para un repunte.

Durante un seminario web hecho recientemente y que trató sobre la rotación de la educación pandémica, Roza dijo que muchos distritos congelaron o restringieron la contratación el año pasado como lo han hecho en recesiones anteriores. Con una “oferta reprimida” de educadores en el mercado de trabajo, los distritos ahora tienen una reserva de talento mayor ya que algunos están mirando hacia la contratación para hacer frente a la interrupción académica de la pandemia.

Los distritos cuentan con miles de millones de fondos federales de estímulo que están en camino, pero es una financiación única, con algunas condiciones, lo que podría dificultar la inversión en la expansión de puestos de personal.

Juanita Nave, profesora de matemáticas en la secundaria South Shore International, había decidido retirarse este año, a pesar de que al hacerlo a mediados de sus 50 años incurriría en una pena de 6% en sus beneficios de jubilación por cada año antes de que cumpla los 60 años.

En la cúspide de la pandemia, la maestra veterana se sintió frustrada por el aumento del tamaño de las clases y el papeleo, y agotada por el manejo de los problemas de comportamiento en el aula. Luego, durante la primavera pasada, vino la abrupta transición al aprendizaje remoto, lo que sacó a Nave de su zona de confort.

Pero su escuela la emparejó con una maestra más joven y experta en tecnología y se reunieron semanalmente para solucionar los problemas en el aprendizaje virtual. Nave se sintió llena de energía por las nuevas habilidades que estaba aprendiendo; la tecnología también le ofreció formas más rápidas y eficientes de manejar el papeleo.

Y decidió no jubilarse.

Está ansiosa por el posible regreso a las aulas esta primavera, ya que el distrito pretende reabrir las escuelas secundarias, pero no se siente intimidada.

“Cuando volvamos al edificio, tal vez será una locura durante un minuto”, dijo. “Pero tal vez los niños valorarán más la educación”.

Traducido por Gisela Orozco