Mientras Chicago analiza la reapertura de las escuelas católicas, surgen lecciones y grandes dudas

Este artículo, publicado originalmente en inglés por Chalkbeat Chicago, está disponible en español gracias al proyecto "Traduciendo las noticias de Chicago", del Instituto de Noticias Sin Fines de Lucro (INN).

Por Mila Koumpilova

Bajo la presión de decidir sobre la reapertura de los establecimientos escolares de Chicago en el segundo trimestre, la alcaldesa Lori Lightfoot aseveró que la ciudad está observando muy de cerca las experiencias que las escuelas católicas han tenido desde que reabrieron.

En agosto, la Arquidiócesis de Chicago reabrió sus escuelas para clases presenciales, dando también a las familias la opción de elegir el aprendizaje a distancia. Sus funcionarios dicen que están siguiendo estrictas medidas sanitarias y consideran que su reapertura ha sido un éxito hasta ahora.

Pero la arquidiócesis no ha hecho pública información sobre el número de casos por COVID-19 en sus escuelas, las veces que han puesto en cuarentena a estudiantes y empleados, o incluso qué porcentaje de las familias de los estudiantes optaron por el aprendizaje remoto.

Eso hace que sea difícil evaluar el año escolar.

Chalkbeat Chicago habló con Justin Lombardo, director de recursos humanos de la Arquidiócesis y el vocero para comentar sobre la reapertura de las escuelas, y sobre la experiencia de los campus católicos hasta ahora y las ideas que podría tener para otros sistemas escolares.

Esta entrevista ha sido editada.

 

Chalkbeat Chicago: ¿En qué se basó la decisión de la Arquidiócesis para reabrir sus escuelas de forma presencial el verano pasado, cuando incluso la mayoría de las escuelas públicas en el área de Chicago optaron por hacerlas de manera virtual?

Justin Lombardo: Empezamos a planificar con meses de anticipación antes de tomar una decisión. Sabíamos que necesitábamos tener en cuenta las miradas de diferentes esferas y directrices de salud pública, así como nuestra misión y compromiso con nuestros estudiantes y sus familias en toda la arquidiócesis.

Invitamos a dos médicos especializados en enfermedades infecciosas, quienes son miembros de la facultad de la Escuela de Medicina Feinberg en Northwestern, y también a médicos practicantes y apoderados, para que nos asesoraran. Una de las influencias clave para nosotros fueron las declaraciones de la Academia Estadounidense de Pediatría (que indicaban que el objetivo primordial debería ser reabrir las salas de clases siempre que sea posible).

También hicimos una encuesta a nuestros apoderados. Más del 85% nos indicaron que querían que hiciéramos todo lo posible para traer a los niños de vuelta a las salas de clases. Opinión muy relevante para nosotros, ya que los apoderados también son parte de nuestra comunidad religiosa. Enviamos nuestras ideas a nuestros médicos consultores y a los departamentos de salud, y se reconoció que éramos diferentes, por ejemplo, a las Escuelas Públicas de Chicago.

CB: ¿De qué manera la situación de ustedes era diferente a las Escuelas Públicas de Chicago?

JL: En primer lugar, el tamaño y la flexibilidad. Es decir, el tamaño de las escuelas públicas es obviamente mucho más grande que nuestras escuelas. Nuestras escuelas son en su mayoría más pequeñas y eso nos permite ser más flexibles. Además, nuestras escuelas son parte de una planta física más grande que nuestras parroquias administran. Eso nos da la flexibilidad de usar espacios adicionales como patios y áreas al aire libre hasta incluso espacios puertas adentro como salas o sótanos de iglesias.

CB: ¿Reabrieron todas las escuelas que forman parte de la arquidiócesis para las clases presenciales a tiempo completo?

JL: Ofrecimos a cada escuela y sus apoderados la oportunidad de que sus niños vuelvan a las clases presenciales y además dimos la opción de aprendizaje a distancia para los niños. Entendimos que en algunos casos, era difícil para los padres querer traer a sus hijos de vuelta porque podría estar ser de poblaciones más vulnerables. Yo diría que probablemente el 95% de las escuelas, la mayoría de los niños asisten a las clases presenciales.

CB: ¿Podría decirme qué porcentaje de sus estudiantes están aprendiendo de forma remota?

JL: No tengo ese número porque las cifras varían ya que hay escuelas que tienen muy pocos estudiantes tomando clases en forma remota y hay otras escuelas donde el número es mucho mayor.

CB: ¿Hay algo que destaque de las escuelas donde la mayoría de las familias eligieron la enseñanza virtual? ¿Hay algo en sus ubicaciones y datos demográficos que podría explicar por qué optaron así?

JL: No, en realidad no. Al menos nada de lo que hemos analizado.

CB: ¿Cómo se preparó la arquidiócesis para la reapertura? ¿Qué medidas de seguridad se pusieron en marcha antes del regreso de los estudiantes a los centros escolares?

JL: Elaboramos un plan que estableció una serie de normativas, -- desde tomar las temperaturas de los estudiantes cuando llegan en la mañana hasta el orden de las salas de clases para que los estudiantes mantuvieran distanciamiento, a cómo manejar los recreos, hasta qué hacer si un niño pareciera sentirse mal al llegar en la mañana. Cada escuela entonces tuvo que crear un plan que cubriera todos los aspectos para una reapertura segura. Luego certificamos las escuelas que estaban listas para abrir. Algo fundamental de nuestro plan es la noción de la cohorte o grupo educativo, que está presente en gran medida en la información que se encuentra sobre la reapertura de escuelas. En las clases, el mismo grupo de niños permanece juntos todos los días. No se separan en ningún momento ni van a diferentes salas. Estos niños están juntos todo el día.

CB: ¿Cuál es el tamaño de los grupos educativos en sus escuelas?

JL: Son de 15 a 23 [personas].

CB: El Sindicato de Maestros de Chicago ha declarado que quiere ver un protocolo estricto para la trazabilidad de contactos si las escuelas llegasen a reabrir. La arquidiócesis instruyó un protocolo de seguimiento de contactos. ¿Cómo funciona eso?

JL: Contamos con un equipo de profesionales con experiencia en [este tipo de] entrevistas y trabajos de investigación, como también dos enfermeras. Además hacemos seguimiento dentro de nuestras parroquias porque creemos que es nuestra responsabilidad como organización. El proceso comienza con un informe que llega a nuestro equipo central, que reacciona poniéndose en contacto inmediatamente con el director para obtener más detalles. ¿Es un caso positivo? ¿Es una exposición a un caso positivo? ¿O es un presunto caso positivo (un caso en el que un paciente da positivo por un laboratorio de salud pública, pero los resultados no han sido confirmados por los CDC)?

Tenemos un protocolo de intervención en cada caso, pero primero nos ocupamos de los casos positivos. Inmediatamente recopilamos datos sobre el individuo, y ponemos en cuarentena al grupo escolar. Tenemos un procedimiento estándar para notificar a las familias de los estudiantes que están en cuarentena, sobre qué hacer y a dónde ir. Nosotros, por supuesto, mantenemos la privacidad, y nunca exponemos la identidad de la persona [infectada].

Yo diría que la gran mayoría de los casos positivos que recibimos en nuestras escuelas provienen de transmisiones por contacto familiar o transmisiones por entornos grupales fuera de la escuela. Tenemos muchos casos en los que la familia o los padres o hermanos mayores fueron a una fiesta donde no hubo distanciamiento social ni se usó mascarillas. Hemos tenido situaciones en las que hay ligas deportivas para estudiantes que no son dirigidas por la arquidiócesis o por nuestras escuelas, donde posiblemente no se tomaron las precauciones adecuadamente.

Nuestras medidas son amplias y completas. Y eso nos ha llevado a tener muy buenos resultados. Así que en todos los casos en Chicago, donde hemos tenido un caso reportado en una de nuestras cohortes, solo ha habido una situación en la que un segundo caso fue informado dentro de los 14 días del tiempo de infección. Ahora, tenemos alrededor de 40,000 estudiantes y 5,000 empleados en nuestras escuelas, y solo en la ciudad de Chicago, tenemos 91 escuelas con una población de 19,000 estudiantes, además de otros 2,700 empleados. Eso es bastante bueno.

CB: ¿Nos puede indicar cuántos casos han tenido en sus escuelas y cuántas veces sus estudiantes han tenido que hacer cuarentena como resultado de esos casos?

JL: No tengo una cifra exacta, pero te puedo decir que nuestro índice de casos positivos, el cual es un índice clave, es menos del 1%.  Eso demuestra [que estamos haciendo] un excelente trabajo.

CB: Pero insisto, usted no nos puede indicar el número de casos o el número de veces que se ha tenido que hacer cuarentena?

JL: No, no en este momento.

CB: Usted mencionó que se hizo una encuesta a los apoderados. ¿Pidieron la participación u opinión de los maestros para tomar una decisión, y cuál fue la respuesta?

JL: Tuvimos una participación por parte de varios maestros de diferentes escuelas, quienes representaron a diferentes grupos de maestros. La mayoría de nuestros maestros han vuelto a las salas de clases y muchos de ellos están contentos de volver. Ahora, sería poco honesto decir que no hubo algunos que estaban preocupados o tenían dudas.  (Nota: Algunos maestros de escuelas católicas han expresado preocupación y han exigido que se haga solo aprendizaje a distancia.)

Pero mayormente, después de un par de días, los maestros dieron un profundo respiro de alivio, y estaban contentos de volver a las salas de clases con sus estudiantes. La gran mayoría de nuestros maestros se presentaron, hicieron sus labores responsablemente, y han sido héroes para nosotros por demostrar tanta dedicación.

CB: ¿Observaron un aumento inusual en relación a maestros que decidieron jubilar o renunciar?

JL: Ningún aumento significativo. Tuvimos algunos maestros que indicaron que por razones personales no querían enseñar presencialmente. Intentamos, en lo posible, ver si había alguna forma de contratarlos en las escuelas que tenían un alto número de inscritos para aprendizaje remoto. Pero en algunos casos, no pudimos adaptar sus peticiones para enseñar de forma remota.

CB: ¿Ha escuchado por parte de sus maestros sobre si tienen preocupaciones o situaciones de ansiedad a medida que el año escolar ha avanzado?

JL: No, creo que no. Honestamente, si una escuela tiene a un niño o a un miembro del personal o grupo escolar que tenga que hacer cuarentena, inmediatamente se genera un pensamiento de, “Oh, ya empezamos otra vez”. Pero por lo general, ese pensamiento se apacigua, porque todo el mundo está trabajando en conjunto para asegurarse de que la gente sea notificada y que continuemos practicando normas de higiene y seguridad. En una pandemia, no hay lugar donde estés 100% seguro. Ahora, todo el mundo en nuestra vida diaria, por desgracia, está aceptando un nivel de riesgo. Si estamos a salvo, si seguimos las pautas, si nos lavamos las manos, si usamos nuestras mascarillas, si mantenemos la distancia social, entonces hemos mitigado el riesgo lo mejor que podemos.

CB: Funcionarios de las Escuelas Públicas de Chicago han dicho que los sistemas de ventilación y la calidad del aire en las salas de clases son situaciones que deben ser examinadas antes de que se reanuden las clases presenciales. ¿Cómo abordó esos problemas? 

JL: Alertamos a las escuelas para que mantuvieran la ventilación funcionando la mayor parte del tiempo posible, que abrieran las ventanas en las salas de clases, que llevaran a los niños afuera para el recreo para que tomen aire fresco, y hasta incluso que algunas clases fueran al aire libre donde se pueda haber una distancia a 6 pies (2 metros) para que puedan descansar de usar tanto las mascarillas.

Buscamos áreas bien ventiladas para que se usaran lo más posible. Ahora que se aproxima el frío, sabemos que debemos tener espacios adicionales. Estamos estudiando diferentes opciones. Algunas escuelas instalan filtros de aire y estamos implementando un sistema en caso de que los colegios lo necesiten, y estamos aquí para proveerlos completamente.

Traducido por Marcela Cartagena